miércoles, 3 de octubre de 2007

Círculos

Llevabamos ya varios días viajando juntos, recorriendo un sendero a través del bosque. Esa noche nos acercamos a un claro en el bosque, estaba oscuro ya.

Tuve un sueño confuso; lleno de ideas, pero sobre todo colores. Era una construcción de mundos sobrepuestos, con gente conocida, perdida entre mi subconsciente e imágenes de ciudad. Una serie de cortometrajes cuyo hilo conductor era difuso, hasta que decidí por inercia ser llevado hacia un bosque, de cuyo centro semicircular nacía una bahía.

Ahí contemplé por primera vez el mar, como un perfecto espejo del cielo, un universo de líquido aqua puro. Dos muelles se extendían mar adentro, se internaban en él para nunca regresar. Estaban compuestos de fragmentos de recuerdos, un puente entre mis nostalgias y la felicidad, con matices arcoiris (y otros que inventé), que se perdían en el horizonte en forma de melodías que flotaban en el aire, para luego unirse en un eterno abrazo con el mar.


En ese universo mío, construido con trazos de todo lo que representa el dulce éxtasis de la existencia, tuve un presentimiento de haber estado antes, desde tiempos innombrables, donde los demiurgos eran soñados, para nacer y crear el universo, moldearlo entre sus manos y conjurar vida en cada paralelo de su infinitez. (Este universo esta compuesto de materiales que aún no han sido descubiertos, de una naturaleza líquida, muy similar a la que estamos compuestos los humanos, los nacidos en el paralelo 40-24, sintonizados al tiempo 13-20 universal)


En esa playa, me senté a soñar por un ciclo entero de la luna y lentamente fui dibujando una casa, en la cual tu habitabas, un templo ancestral creado por espejos y ventanas de luz. Sentada, observabas el reflejo del mar en el cielo infinito (o del cielo en el infinito mar). Escribías un poema, dejando que las palabras jugaran con tus ideas y dibujaran en un lienzo blanco versos sin sentido, pero de innata profundidad. Cobraban vida por si solos y formaban historias interminables de recuerdos de tus vidas anteriores. Yo seguía tus ríos conductuales, para ver si me llevaban a tus sentidos, hasta encontrarme con tus sueños, compuestos de los mismos colores que los míos. Recuerdo que te conocí antes de ser materia y hablar esta lengua, eras una imágen que ya había soñado a vida en otros sueños.


Desperté.
Hola, ¿viste las nubes? va a ser un lindo día. Dije.
Miró para arriba- si, probablemente lluevan sueños por la noche, me replicó.


Creo que el camino es por aquí, yo también estaba perdido. Decidimos seguir su intuición y ver por donde nos llevaba ese sendero, llegar al otro lado de este bosque semicircular, que por días y noches se reinventa cíclicamente, tan complejo cuando no se sabe que rumbo se busca, ni que se debe esperar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

:D

Ivn dijo...

regresamos a las andadas literarias! :D

(despues de leer mucho a Borges, Dostoyevski y Bolaño)