lunes, 19 de noviembre de 2007

Inventario

hemos de mantener, en el inventario
ciertas emociones vivas
pues si las emociones matan
deben también curar...




Estos días me he dedicado a redescubrir mi niñez, me he dado a la tarea de la memoria, de las cosas que uno casi inconscientemente va guardando, aleatoriamente. Documentos de la vida, inspiradores e incomprensibles, fragmentos de nuestras anteriores cosmovisiones y estructuras mentales. Aquellos de los que Cortazar habló, instantes, atrapados en el vacío interior, y que con imaginacion damos vida y color, uniendo cada uno de esos fragmentos, como un laberinto que lentamente encuentra su salida, construyendo desde lo pasado su futuro.

Quien no recuerda no es capaz de amar, quien no recuerda no puede tomar la conciencia de un antes y un despues, solemos olvidarlo en la era del pragmatismo, de la posracionalización, donde la retroalimentación del ayer se pierde, y genera un presente ciego, que tropieza sin rumbo determinado.

Los espacios cambian, el habitar físico toma nuevas formas, la incorporación de los silencios, del vacío, del mundo virtual que nosotros creamos. Ignorar por un segundo la existencia y ser algo abstracto en este tiempo, ser ideas sin barreras físicas, que cuando vuelan muy lejos pierden sus raíces y divagan por la vida al azar. Del azar resulta el equilibrio, el ayer es un contrapeso del mañana y de estas fuerzas moldeamos el presente, como un mosaico de todas nuestras posibilidades entre el ser y la nada.